Cualquiera que se haya adentrado en los primitivos túneles de la Enclusa, que ya hacen presagiar lo auténtico y salvaje del entorno que espera al otro lado, sabrá que el Valle (o Bal, en chistabín) de Chistau, es un tesoro escondido que, por su ubicación, más apartada e históricamente de acceso más complicado que el resto de los valles del Pirineo, ha sabido conservar su autenticidad pese al paso de los años.
Los pequeños y auténticos pueblos de piedra y pizarra, Plan, San Chuan, Chistén, Serveto, Sin y Saravillo, son pequeños remansos de paz que, a la vez, rebosan hospitalidad por los cuatro costados; el «forastero» siempre es bienvenido a este paraíso en el que el equilibrio entre la afluencia turística y la preservación del entorno se ha logrado mantener, tal vez, más y mejor que en ningún otro valle del Pirineo.
Si a esto le sumamos que la altitud del valle oscila entre los 800 y los 3.369 metros a los que se sitúa la cumbre del Posets o Lardana, tenemos como resultado un spot único en el Pirineo para la práctica del ciclomontañismo. Y es por todas estas razones que, este año, Trans-Nomad recalará en el valle más salvaje del Pirineo durante el tiempo necesario para que todos podáis disfrutar de él (ojo con enamorarse) más allá de los pasos chistabins más míticos, que ya hemos visitado en recorridos anteriores de Trans-Nomad.
Y es que, los transnomaders de corazón, recordaréis con vividez y tal vez cierta emoción momentos pasados en puertos y pasos de montaña icónicos como la Colladeta de Ibón, antesala de la preciosa estampa que ofrece la Basa de La Mora, el agreste e histórico Puerto de la Madera, otrora importante lugar de tratados fronterizos o la mítica Cruz de Guardia, a los pies de Punta Suelza.
Si nos preguntáis si estos tres referentes de Trans-Nomad formarán, este año, parte del recorrido, la respuesta será la de siempre, un largo silencio que alimentará vuestras ganas de esta aventura a vista, pero lo que sí que podemos garantizaros es que, este año, habrá más sorpresas (por supuesto, insólitas ;)) en la Bal de Chistau.
Esta pasada semana, estuvimos haciendo la primera vuelta de reconocimiento por los indómitos senderos de la Bal, disfrutando de la amabilidad de sus gentes y de unas buenas cervezas post-ruta, pero llevamos ya meses tramando grandes cosas junto con los Ayuntamientos y establecimientos del Valle, que no han podido mostrarse más amables y dispuestos con nosotros, por lo que, desde aquí, les agradecemos de manera pública su apoyo y empatía.
Y, por supuesto, os recomendamos que, si este verano tenéis unos días libres, no dejéis de visitar este rincón único en el mundo; tardaréis en olvidarlo.